Ya van tres veces hoy: abro el periódico y, nada más ver las páginas dedicadas a las celebraciones del segundo centenario del 2 de Mayo, se me revuelve todo y lo cierro de nuevo. La situación que se vivió entonces tiene demasiados paralelismos con otra de la historia reciente como para que la gente no se dé cuenta (¿o estamos todos de verdad tan adormecidos?): un país civilizado invade a otro para, aseguran, llevar allí la Libertad. Los nativos, heridos en su orgullo, reaccionan matando a los invasores. Al no tener ejército o estar desmantelado, se dedican a matar a los contrarios en las esquinas, emboscándolos en los caminos, aprovechando la noche o usando tácticas de guerrillas. A los de entonces, porque interesa a algunos, se les considera héroes y patriotas; a los de hoy en día, en cambio, se les llama terroristas. ¿Qué diferencia hay entre Irak y el 2 de Mayo, pues?

Y ya puestos a criticar tan estúpida celebración, aprovecho para dejar claro que, a mi parecer, todo hubiese sido muchísimo mejor si se hubiesen quedado los franceses. Ahora España sería un país más culto, más civilizado, más educado y, en definitiva, mejor de lo que es (desde luego, infinitamente mejor de lo que fue durante casi doscientos años). Glorificamos a cuatro ignorantes que arriesgaron su vida por defender una monarquía que jamás hizo nada por ellos, criticamos a los "afrancesados" cuando ellos eran quienes realmente querían hacer algo bueno para el país, y que viva Curro Jiménez. Si ésta fue la génesis de la actual nación española, que le den bien por el culo.